Por Erica Thompson.
Octubre 10 de 2011.
Interpretar a la cabecilla de una agencia de inteligencia del gobierno podría ser considerado un paso adelante para la actriz norteamericana Gillian Anderson.
Después de todo, ella pasó nueve años protegiendo a la población de horrores sobrenaturales y exponiendo siniestras conspiraciones como la Agente del FBI, Dana Scully, en la serie televisiva de culto de los noventas, "The X-Files", pero nunca recibió una sola promoción.
Ni siquiera pudo tener su propia oficina.
En su nueva película, "Johnny English Reborn", secuela de la parodia de espías de 2003, protagonizada por el comediante Rowan Atkinson quien encarnaba al torpe agente titular, ella es la cabecilla de la agencia británica MI7 y cuenta con una suite de oficina en el piso superior. Anderson, sin embargo, se siente lejos de estar a cargo.
"La idea de mi como el jefe de todo el mundo realmente me parte de risa", dice.
"También acabo de hacer una película con Clive Owen, llamada 'Shadow Dancer', en la que interpreto a su jefe en la MI5."
"Desconozco por qué se me sigue pidiendo que interprete a los jefes", reflexiona.
"Puede que necesite ver a un terapeuta acerca de eso. No me siento con mucha autoridad en mi mundo".
El mundo del que habla la mujer de cuarenta y tres años, sin dudas se encuentra a años luz de los serios personajes de los que se ha formado una carrera, desde la fría y clínica Scully a la grave Lady Dedlock en la aclamada adaptación de la BBC del clásico de Charles Dickens, "Bleak House".
Por el contrario, Anderson es afable y alegre. Ríe mucho y quizás como resultado de asumir tan demandantes personajes frente a cámara, se ve mucho más joven en la vida real.
Ella es rubia, no pelirroja, a pesar de la clásica firma de Scully, y alterna entre un acento americano y un elegante acento británico gracias a su crianza entre ambos continentes (nacida en Chicago pero criada en Londres hasta la edad de once años, donde ahora reside con sus tres hijos, Piper, su hija de dieciséis años producto de su primer matrimonio con Clyde Klotz, quien fuera director artístico asistente de "The X-Files", sus hijos, Oscar de cuatro años y Felix de dos y su pareja Mark Griffiths, director de una compañía de remolque de vehículos).
En "Johnny English Reborn", Anderson impone el rostro serio que contrasta con las payasadas gestuales de Atkinson.
Ella interpreta a su jefe, Pamela "Pegasus" Thornton, quien tiene mucho interés en proteger la frágil imagen pública de la agencia de espionaje después de que English es llamado del exilio para frustrar un complot de asesinato internacional.
Aktinson puede que tome su comedia muy en serio detrás de cámaras, pero Anderson dice que la estrella de "Mr Bean" la tenía riendo incluso desde antes de ser presentados.
"La primera vez que me reuní con Rowan, él en realidad no supo que nos habíamos reunido, porque yo estaba detrás suyo mientras él intentaba abrir una puerta de tela metálica", dice.
"Era la única persona en la habitación, así que no estaba actuando para nadie, pero la forma en la que estaba forcejeando con la puerta fue extremadamente graciosa. De hecho, tuve que dejar la habitación y volver a entrar".
"Johnny English" no es su primera incursión en la comedia. Ella apareció en "How to Lose Friends and Alienate People" en 2008 y en la sátira del mundo del arte de 2009, "Boogie Woogie".
"Parte de ello se debe a que la gente no sabe que puedo ser graciosa, así que la comedia no suele cruzarse en mi camino".
"Algunas personas desconocen o no recuerdan que algunos de los episodios de 'The X-Files' eran de comedia. David (Duchovny, quien interpretó a su compañero Fox Mulder) y yo tuvimos la oportunidad de incursionar un poco en ello".
Su episodio favorito es el hilarante "Bad Blood" de la quinta temporada, en el que Mulder y Scully presentan salvajes versiones diferentes de una nefasta investigación sobre vampiros.
Fue una parodia inteligente sobre su relación y sobre el programa, que en general, empujaba los límites de las posibilidades extremas.
Pocos programas de televisión han dejado una huella cultural tan grande como "The X-Files". Anderson no tenía idea del nivel de devoción hasta que ingresó en un escenario de un centro comercial en Australia en el año 1996.
Más de 10.000 ruidosos fanáticos se aglomeraron en el lugar para echarle un vistazo a la menuda estrella durante una gira promocional. La gente se desmayaba.
Otros colgaban peligrosamente sobre las barandillas de los balcones mientras que cien policías y algunos agentes de seguridad luchaban por evitar que las masas se colapsaran.
La escena fue repetida alrededor del país.
Ella dice que su reciente visita a tierras Australianas para la premier de "Johnny English Reborn" fue una experiencia menos aterradora.
"A la gente le importa un comino quien soy ahora", dice riendo.
"La situación que se dio en 1996 fue una muy singular que sin duda no me esperaba".
Scully, la doctora que se convirtió en agente del FBI, hizo que la ciencia fuera sexy.
Ella abrió el camino para los personajes femeninos fuertes en la televisión, un legado que continua hasta el día de hoy.
Aún así, Anderson tuvo que luchar para conseguir la igualdad salarial con Duchovny mientras el programa se desarrollaba. También tuvo que superar las arcaicas directivas de la compañía productora durante los primeros años... A Scully sólo se le permitía caminar detrás de Mulder en las escenas.
La eléctrica química del dúo en la pantalla, sin embargo, nunca vaciló, aunque su relación fuera de cámaras cedió ante la presión del ritmo incesante de producción de un programa de horario estelar.
En la actualidad, dicen ser mucho mejores amigos.
En un reciente evento de caridad que reunió a fanáticos de "The X-Files" en Los Angeles, Anderson con cierta frescura le pregunto a Duchovny por qué no se le había ofrecido un papel como actriz invitada en su nuevo programa, "Californication".
"No podemos costearte", bromeó él.
"Lo haría gratis", respondió ella.
Cuando "The X-Files" concluyó en 2002, una agotada Anderson no se sintió interesada en Hollywood por lo que se mudó a Inglaterra, donde se reinventó a sí misma como una correcta actriz británica haciendo teatro y dramas de época.
Sus créditos hasta la fecha incluyen "The House of Mirth", "Moby Dick", "The Crimson Petal and The White" y la miniserie a estrenarse el año que viene "Great Expectations", en la que interpreta a la famosa novia despechada de Dickens, Miss Havisham.
"Es un trabajo arduo, pero hay algo realmente mágico en ser parte de una gran pieza de época", dice.
"Sobre todo en algo que está basado en una obra maestra literaria, porque existe un peso en ello, existe la expectativa... sin ánimos de entrar en un juego de palabras, de querer hacer las cosas bien por la belleza del material y por la profundidad de la historia".
Hay otra razón por la que a Anderson le gustan las auto-contenidas piezas de época.
No hay ninguna posibilidad de pasar otro tramo de nueve años con un mismo papel.
Aparte del cine independiente y de la segunda película de "The X-Files", "I Want to Believe" en 2008, ella ha estado contenta con adherirse a roles pequeños, incluyendo una aparición en "The Last King of Scotland" en 2006.
Aunque haría una excepción para una tercera película de "The X-Files" (todo el elenco ha indicado que está interesado en regresar, pero nada se ha hecho oficial), ella no tiene ninguna prisa en convertirse en protagonista otra vez.
"Cada vez que hago algo que lleva mucho tiempo, soy consciente de lo mucho que me está alejando de la experiencia con mis hijos. Trato de mantener baja la cantidad de semanas durante las que filmo. A veces puedes comprimir las filmación de algunas cosas, por lo que si el rodaje de una película se extiende durante dos meses, puedes realizar tus partes dentro de tres a cuatro semanas".
"Eso es más difícil de hacer cuando se tiene un personaje más importante, así que tendría que ser algo bastante grandioso como para tomar la decisión de pasar tres meses en los sets".
Texto Original: The Dominion Post.
Fuente: The Dominion Post via twitter.
Traducción: EGA.
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