Gillian Anderson
“Las personas se encasillan demasiado”
19 de noviembre de 2010.
La actriz mejor conocida por interpretar a Scully en The X-Files, le cuenta a Ceri Radford la razón por la cual se sintió atraía por el ambiguo papel de Wallis Simpson en "Any Human Heart".
Si se puede decir que, Any Human Heart, la novela clásica de Willian Boyd, que el propio autor adaptó para el Channel 4, tiene un tema, es que la identidad de una persona es compleja y cambiante.
“Yo soy todas esas diferentes personas. Todas esas personas diferentes soy yo” dice Logan Mountstuart, el protagonista, viendo hacia atrás en las versiones más jóvenes de sí mismo en la dramatización.
Mientras, yo estoy sentada frente a Gillian Anderson, quien es parte del importante y estelar elenco, la observación parece particularmente pertinente. La actriz de 42 años es difícil de rotular. Ella ha posado en prendas íntimas para la revista FHM y ha interpretado un personaje de Ibsen, ha personificado a la luchadora, post-feminista Agente Scully en "The X-Files", y ha sido un modelo de fragilidad y moderación aristocrática en la aclamada adaptación de la BBC, "Bleak House" de Charles Dickens.
En persona, es cálida, segura de sí misma y evidentemente feliz con el curso de su poco convencional carrera. “Las personas se encasillan demasiado, en muy fácil colocar a la gente en sus pequeñas cajas” me dice, cuando nos reunimos en las oficinas claramente poco glamorosas de una compañía de relaciones públicas, ubicada sobre un mercado de pescados en Soho. “Si me identifico con un personaje en un nivel visceral, siento que no puedo interpretarlo. Se trata de imaginar al personaje, sea que este se quede en dos dimensiones o se convierta en uno tridimensional y entonces pienses: Te reconozco”
Esto, dice, es precisamente lo que sucedió cuando leyó el guión de Boyd para Any Human Heart. Ella interpreta a Wallis Simpson, la Duquesa de Windsor, una de las diferentes figuras históricas que aparecen en un contexto ficticio en la novela.
El objetivo de Boyd, en sus propias palabras, era “escribir la historia completa de una vida que cubriera la mayor parte del siglo XX”, y la inclusión de una variedad inverosímil de personas reales, desde Ian Fleming a Pablo Picasso, añade una capa de irreverente ingenio a la obra.
“Me habían pedido interpretar a Wallis un par de veces anteriormente, pero por alguna razón no me atraía. Esta vez, sin embargo, fue diferente. Soy una gran fanática del trabajo de William Boyd y el guión habla por sí mismo” dice.
Mientras habla, su acento curiosamente varía entre el de una chica inglesa y una estrella de Hollywood, reflejando su educación mixta tanto en Estados Unidos como en Londres, donde ahora vive. Esto puede haberle ayudado a interpretar el papel de una mujer que tiene un pie en cada lado del Atlántico; una americana divorciada con mucho estilo por quien Edward VIII renunció al trono para casarse.
“La dinámica entre ellos era simplemente fascinante” Anderson reflexiona. “Viendo los videos de antaño, Edward se veía en ellos como un niño de cinco años cuando fue hecho rey. Parece como si ella (Simpson) tuviera el control; era ingeniosa, tenía la palabra y la personalidad. Él permanece muy calmado”.
La Wallis de Anderson, sin duda tiene una presencia imponente, carismática y es un poco inquietante, con su áspero cabello negro y su mirada penetrante. Ella es una figura ambigua en el libro: Mountstuart es enviado a espiar al Duque y a la Duquesa durante la Segunda Guerra Mundial; él les encanta, pero luego se vuelven en su contra cuando este se niega a cooperar con ellos en la manipulación de un juicio por asesinato. La cuestión de hasta qué punto la Duquesa llevará a cabo su venganza no es contestada completamente.
Esta trama, aunque lo suficientemente dramática, es apenas una pequeña parte de la casi ridículamente tumultuosa historia de vida de Mountstuart. Sam Claflin interpreta al joven héroe en sus años de Oxford, Matthew Macfadyen lo lleva hasta la mediana edad, a través del amor, la paternidad, la guerra, la escena de arte de Nueva York y del escándalo, mientras que Jim Broadbent, es el mismo personaje entrado en años, quien se enreda en el terrorismo de izquierda antes de retirarse a Francia.
Gillian Anderson y Tom Hollander
El amor de su vida, Freya Deverell, es interpretada con perfección sensual por Hayley Atwell, mientras que Kim Cattrall es Gloria Scabius, una de sus muchas amantes.
Como en cualquier adaptación, una cierta compresión de la historia es necesaria, algo que Anderson defiende enérgicamente.
“Boyd fue fiel a sí mismo. La serie es una entidad muy diferente del libro, son incomparables” dice ella, lentamente pero con decisión.
Como corresponde a una mujer de revista “pin-up”, Anderson es extremadamente femenina en persona: cabello largo y despeinado, figura menuda, ojos enormes. Pero se sienta como un varón, con las piernas separadas y las manos entrelazadas sobre el regazo.
A pesar de que ha leído Any Human Heart, dice que a veces deliberadamente evita pensar que la serie es una adaptación basada en el libro, porque no quiere ser “esa persona pedante que señala todas las discrepancias. Puedo ser muy obstinada cuando me encamino”. Lo es, pero no en una forma intimidante, o al menos con el tema de la entrevista. Ella siempre se apresura a reír e es impecablemente cortés.
Después de haber asistido a una proyección con Boyd, asegura que él estaba “extasiado” con el resultado y como era de esperar, ella comparte su entusiasmo.
“Captura el paso del tiempo. Tiene una cierta lentitud que creo las personas no están acostumbradas a ver en televisión, pero espero que entiendan el punto. Hay poesía ahí”
Habiendo dicho que ya no quería hacer televisión, después de haber pasado la mayor parte de los noventas interpretando a una enormemente famosa cazadora de OVNIS en la pantalla chica, Anderson ahora abraza el medio. Ella siente que ha perdido “un cierto estigma” para los actores, quienes pueden variar libremente entre el cine, la televisión y el escenario.
No es que ella parezca particularmente preocupada por la idea de estigma. Como una actriz seria con una nominación a los Oliver Awards por su papel en West End como Nora en "A Doll’s House" detrás de ella, es de esperar que se estremezca ante la mención de haber sido votada como “La Mujer más Sexy del Mundo” en 1996 por la revista FHM, tras una picante sesión de fotos.
“Hice esa entrevista por teléfono y vestía pijamas de franela. Pensé que era la cosa más graciosa. No tenía relevancia o realidad en mi vida en absoluto”.
La atención de los hombres, sin embargo, es algo a lo que ha tenido inevitablemente que acostumbrarse. Muchas actrices, Gwyneth Paltrow la más famosa entre ellas, han hablado acerca de un “momento de casting en el sofá”, cuando queda claro que se esperaba más de ellas que su actuación.
Anderson recuerda, haber filmado un comercial con un productor que le ofreció presentarla a una agencia, con una determinada condición.
“Tenía 17 o 18 años” recuerda, la ahora actriz de 42 años. “Había un tipo, uno de los productores. Yo al principio realmente no me di cuenta lo que estaba pasando. Él me invitó a una cena para los productores, quería ponerme en contacto con una agencia en Chicago y me dio un pedazo de papel con el número de su habitación, estaba muy, muy claro que si quería esa conexión en Chicago tenía que ir a su habitación”
Ni es necesario decir que ella se negó. La actriz dice que este tipo de experiencia no han sido parte de su vida desde hace mucho tiempo. “No creo que nadie se atrevería”, dice. “!Creo que todo el mundo me tiene miedo!”
Una vez más, los recuerdos las hacen reír en lugar de hacer muecas. Le pregunto si alguna vez comparte su sabiduría sobre el mundo con Piper Maru, su hija de 16 años, producto de su primer matrimonio con el director artístico Clyde Klotz, (ella también tiene dos hijos con su actual pareja, el empresario Mark Griffiths). “El consejo que le daría a mi hija es que ella debería celebrar su juventud y aprovechar todas las oportunidades que tiene, son un regalo y una bendición”
Esto parece típico según su visión del mundo: optimista e imperturbable. Dice que siente como si su carrera “recién estuviera empezando” y que no está desalentada con la idea de que el tipo de papeles femeninos fuertes que elige podrían acabarse. Además, ella ya se ha imaginado una vida sin la actuación.
“Un par de veces tuve ganas de renunciar. Si tengo la sensación de que algo que he hecho es un tazón de.. que algún papel que haya realizado es realmente una porquería”, rehúsa explicarse, “a veces eso me impulsa a pensar que bien podría tirar la toalla y convertirme en granjera o algo así”.
Si Any Human Heart es algo para tomar en cuenta, entonces Gillian no tendrá que preocuparse por alimentar pollos en un futuro cercano.
Traducción: EGA
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